Madres libres, madres humanas

Hoy se celebra el Día de la Madre. La figura de la “madre” es cuestionada desde el feminismo por su papel en la creación de estereotipos sobre las mujeres, por oprimirnos y dar continuidad al patriarcado. La madre es aquella mujer bondadosa y cariñosa que daría la vida por su hijx, esa persona siempre dispuesta y sacrificada. Las madres son buenas, no cabe pensar en una madre que no quiera a sus hijxs, una que se arrepienta de ser madre o que de vez en cuando deseara haber seguido otro camino.

tumblr_n0mej6O4EC1trqy9fo1_1280Ese discurso alternativo está silenciado. Es fácil, todo lo que salga de la receta de la buena madre, es una mala madre y una mala madre es lo peor que puede ser una mujer, por lo que las mujeres no solo estamos condenadas a no poder contar cómo nos sentimos, sino que ni siquiera nos permitimos a nosotras mismas sentirlo. Y lo cierto es que miremos donde miremos tan solo escuchamos el discurso que resalta lo maravilloso de la maternidad. Pero, ¿es siempre así? Beatriz Gimeno escribía para Píkara un artículo, «Construyendo un discurso antimaternal» en el que decía: “No se trata aquí de opinar si la maternidad es buena o mala, sino simplemente de llamar la atención sobre el hecho de que estamos ante una institución tan inscrita en nuestra organización social y en nuestra subjetividad que no admite ni un sólo discurso contrario, aun cuando fuera minoritario. No puede ser que de una experiencia humana con esa capacidad tan poderosa para cambiar la vida de cualquier mujer no existan apenas discursos negativos, aunque sólo sea porque la pluralidad de puntos de vista es lo esperable siempre ante cualquier asunto complejo”.

Si paramos a pensar sobre esto, sí que puede parecer llamativo no ver a madres que opinen que la maternidad tiene sus cosas malas o incluso que se muestren arrepentidas de haber sido madres. Escuchamos a menudo eso de “depresión postparto”, mujeres que no sienten lo que se espera que debes sentir cuando ves a tu retoño por primera vez: una absoluta y completa admiración y amor a primera vista. Quizás el problema esté en que desde que hemos nacido nos han dicho cosas del tipo: “has nacido para ser madre”, “ser madre es lo mejor que te puede pasar”, “es el momento más maravilloso en la vida de una mujer”, y nos han inundado la mente con imágenes de madres enamoradas, sacrificadas, casi vírgenes en estado de éxtasis cuando les ponen a su bebé por primera vez encima, por lo que es lógico que si cuando tú ves a tu hijx por primera vez no sientes todo lo que “se debe sentir” caigas en un profundo sentimiento de culpa. Ya está, lo sabes, eres una mala madre.

“A los hijos no se les quiere por instinto. A los hijos se les suele querer, sí, pero a veces no tan rápido como nos dicen; a veces no tanto como se nos supone; a veces también el amor cambia y se debilita con el tiempo y, finalmente, a veces, aun queriéndoles mucho, es posible pensar en que la vida hubiera sido mejor si hubiéramos tomado la decisión de no tenerlos; si alguien nos hubiera explicado de verdad lo que significan, si hubiésemos tenido acceso a una pluralidad de discursos y no a uno sólo. Y todos estos sentimientos, perfectamente humanos y tan normales como los opuestos, no convierten a estas mujeres en malas personas, ni en subhumanas. Pero no encontraremos ningún discurso, ningún personaje, ninguna historia, que ofrezca no ya imágenes positivas, sino siquiera neutras de ninguna mujer así”, afirma Beatriz.

MatrioskabajaEn la revista JotDown encuentro un artículo titulado “Mujeres con hijo” que habla sobre un libro de Moyra Davey, «Maternidad y creación», y que recoge testimonios de madres, madres humanas, con sentimientos humanos y que hablan desde “el otro lado, de la oscuridad, de la incomprensión y el aislamiento en el que te sume la maternidad”. “¿Por qué una buena madre está siempre relacionada con la renuncia a su propio empleo, a su vida, a su sexualidad y a sus tiempos?” se pregunta la autora.

En este relato conocemos a mujeres como Jane Lazarre, ella nos explica como la madre va perdiendo poco a poco su identidad: “El primer síntoma es la pérdida del nombre: Jane ya no es Jane, sino la mamá de Benjamín”. Jane tuvo suerte y encontró a una confidente y después a más, un grupo de mujeres con las que expresarse con libertad y contarse todo aquello que detestan de ser madres, de esos sentimientos enfrentados. “Aunque hablen tan crudamente de sus hijos, de su vida, de su maternidad, de lo que sienten, eso no las convierte en peores. Viven en una constante contradicción, porque aunque aman a sus hijos, también los detestan. Aunque darían la vida por ellos, necesitan una propia en la que ellos no intervengan. Aunque desean pasar todo el tiempo con ellos, cuando están juntos se sienten encarceladas”, explica la autora.

Madres, pero antes de madres, mujeres. No olvidemos que ser mujer, no significa ser madre. Mujeres humanas, con sentimientos humanos. Mujeres que eligen si ser o no ser madres. Por el Día de la Madre deconstruyamos el concepto de madre, demos cabida a discursos distintos, dejemos que las mujeres se expresen, que tomen las riendas de sus vidas y de sus sentimientos y dejemos de tapar con eufemismos lo que en realidad es el mecanismo y los engranajes que dan vida al sistema patriarcal. Dejemos de sentirnos culpables por ser humanas.

Imágenes: Wombastic/Oso con alas

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