Hace una semana se publicó el spot del Salón Erótico de Barcelona protagonizado por la actriz porno Amarna Miller. El spot —para quién no lo haya visto—, hace una crítica a la hipocresía española poniendo ejemplos que van desde «los hombres que se masturban con vídeos de Amarna pero luego le llaman puta», los que «defienden la vida» pero apoyan los toros, o «aquellos que votan a ladrones» en un país asolado por la corrupción. Aquí podéis ver el vídeo completo.

Desde entonces se han repetido hasta la saciedad las críticas al spot y, sobre todo, a la actriz por varias razones. Se la ha llamado hipócrita por (1) autodenominarse feminista y defender el porno ético cuando ella pertenece y trabaja en esa industria del porno ligada a los patrones de deseo patriarcales y masculinos, en los que las mujeres son habitualmente vejadas y usadas como producto de consumo, (2) posicionarse como defensora de la legalización de la prostitución, (3) realizar un spot para un evento que está patrocinado por «Apricots», una agencia de scorts que dice querer ser «tu marca de puterío oficial» y que para esta edición pedía «voluntarios» para trabajar en el Salón a cambio de entradas, propuesta que retiraron después de ser denunciados por UGT por considerar que es una «manera fraudulenta de usar la figura del voluntariado para encubrir relaciones laborales».
Días después Diariocrítico.com publicó una entrevista con Amarna Miller a raíz de la polémica en el que la actriz decía sentirse dolida al haber recibido tantas críticas por parte de las propias feministas ya que «el feminismo es un movimiento heterogéneo en el que hay distintas facciones» y aunque «existe un sector abolicionista, que está en contra del porno, y aunque yo no lo comparta, lo respeto», decía. A continuación compartían una imagen que la propia Amarna publicó días antes en su cuenta de Twitter en la que se viene a decir que las críticas deberían estar orientadas hacia la productora/patrocinador/encagado y no hacia la protagonista del vídeo. Esta es la imagen:
Coincido con Amarna en esa primera idea: no creo que se pueda hablar del feminismo como un sector, o un grupo o algo parecido. Las feministas somos muchas, variadas, complejas y distintas, todas parecemos remar en la misma dirección: emanciparnos, empoderarnos y luchar por la visibilidad y derechos más fundamentales de las mujeres, pero, sin embargo, estamos en desacuerdo en multitud de cuestiones. La prostitución, el trabajo sexual, o la pornografía, son algunas ellas. Por eso me parece tremendamente absurdo cuando ante una polémica sobre algún caso de sexismo o agresión machista, hay quien pregunta: «¿y dónde están ahora las feministas?», porque, ¿quiénes son «las feministas»? Por eso, también, me parece legítimo considerarse feminsista y defender la legalización de la prostitución o la pornografía: puedo estar o no de acuerdo, pero es legítimo siempre y cuando esa defensa esté acompañada de argumentos y se realice sobre la base de defender a las mujeres y trabajadoras.
Desde las webs feministas también se habla mucho de aquellas personas que dan o quitan el «carné de feminista». Se trata de personas que se creen con la autoridad de decir quién es o no feminista. Curiosamente, muchas de esas personas que lo critican son las que luego reparten los carnés. La propia Barbijaputa le quitaba el suyo a Amarna hace unos días después de haberse quejado cuando se lo hacen a ella. Y esto está íntimamente relacionado con la idea anterior: como feminismos hay muchos y variados, es posible que otras feministas defiendan ideas que yo no comparto o que lo hagan haciendo uso de métodos que yo no elegiría. No por ello son más o menos feministas.
Por esa razón no estoy de acuerdo con las críticas centradas en dirimir si Amarna Miller es o no feminista, porque no creo que nadie tenga la varita mágica en su poder para decidirlo y porque creo que el feminismo es una experiencia íntima, que cada persona vive de forma muy distinta según sus vivencias y experiencias. Lo que sí podemos hacer es debatir, conversar y discutir sobre nuestras diferencias y posiciones y señalar las incongruencias de los discursos cuando las haya.
Y ahí vamos, con las incongruencias, porque, ¿qué ocurre cuando ostentas una posición privilegiada, desde la que tienes poder de influencia y lo que dices ser (tu discurso), choca con lo que haces (tus actos)? Y aquí vuelvo a la imagen anterior, al párrafo donde pone: «¿compras en Mercadona? ¿Tienes cuenta en la Caixa? ¿Bebes Cocacola?…», efectivamente, si bebo Cocacola no voy a llevar una pulserita roja en la muñeca y encabezar la marcha por los derechos de las y los trabajadores de Cocacola. Y si cada mes compro ropa en Zara, cuando tenga que hablar sobre explotación laboral en la industria textil dejaré bien claro dónde compro y por qué, pero en ningún caso me apoderaré de una lucha que no defiendo con mis acciones diarias. Porque sí hay algo más peligroso que aquel que no quiere ver: verlo y volverte a vendar los ojos. Vivimos en un sistema capitalista y patriarcal y escabullirse de todas las trampas y sumarse a todas las luchas es muy difícil, pero al menos intentaré que lo que digo esté en concordancia con lo que hago. Y si no lo está, estoy en la obligación de decirlo. Eso es honestidad. Si no, estaré siendo hipócrita con el mundo, pero, sobre todo, conmigo misma.
Entonces, tal y como se pregunta en la imagen: «¿por qué en vez de atacar al festival o a la productora, atacas a la actriz?». Desde luego, el mayor culpable dentro de la cadena es el patrocinador/organizador/evento, que (como en otras muchas ocasiones) se apodera de un discurso liberador y feminista para difundir una imagen que no es cierta. Lo hacen las marcas de yogures, de compresas, de embutidos… Es una estrategia publicitaria que funciona y a las/os activistas de cualquier causa nos cabrea muchísimo, porque frivoliza nuestras luchas. Sin embago, en este caso, las críticas a la actriz (que no ataques o amenazas) son también legítimas y oportunas, ¿por qué? Porque es una persona que está en una posición privilegiada, una cara conocida, cuyos mensajes llegan a muchas personas y que presta su imagen para una empresa/evento que va en contra de las ideas que defiende.
¿Qué pensaríamos si viéramos a la presidenta de PACMA protagonizando una campaña para una empresa que patrocina corridas de toros? Nos cabrearía muchísimo, seguro. Es lo mismo. Como activista no deberías protagonizar un vídeo para un evento que potencia ese modelo de sexualidad que tú misma criticas. No deberías protagonizar un vídeo para una empresa que respalda la explotación laboral y la disfraza de altruismo. Y si lo haces, como persona en situación de privilegio, cara conocida, cuyos mensajes llegan a muchas personas, debes explicarlo.
Pero eso no tiene que ver con ser más o menos feminista, sino con ser (o intentar ser) más o menos honesta.
Lo que se le critica a Amarna es que niegue que la trata de personas en el porno exista solo porque ella «no lo ha visto» y especialmente porque le conviene dentro de su estrategia de blanquear la imagen del porno para que su trabajo deje de estar estigmatizado. Lo de que la trata existe en el porno ha quedado demostrado con el caso Torbe, por cierto.
Lo que Amarna hace es invisibilizar a otras mujeres oprimidas desde su privilegio porque le conviene, en un tema tan serio como es la trata. Eso no es feminista, menos teniendo la proyección mediática que ella tiene.
¿Qué se supone que debería haber hecho el feminismo? ¿Callar?
«Lo de que la trata existe en el porno ha quedado demostrado con el caso Torbe, por cierto.»
Sí y que se viola lo demuestra el tema de Stoya con James Deen. Cualquier juicio legal nos es igual porqué ya sabemos la verdad. Tenemos todas las pruebas y sabemos perfectamente quién miente y quien dice la verdad (y es altamente improbable que estemos acusando a todo un colectivo de lo que hacen individuos, eso jamás).
Por lo demás, me temo que todo esto sólo demuestra lo que somos como especie animal. Homínidos con ganas de sangre y voluntad de imponer nuestras creencias sobre cualquier persona utilizando cualquier método que tengamos a mano. Creamos colectivos que nos hablan de igualdad y necesidad de escuchar al otro, pero a la mínima nos cargamos al otro. Quizás no haya salida ni catarsis.
Por cierto, enhorabuena por la entrada, me ha gustado mucho, se me olvidó decirlo en el otro comentario. 😙
Muchísimas gracias por tu comentario y tus palabras Raquel. Respecto a lo que comentas, no sé si cuando Amarna Miller habla de la trata en el porno lo hace con alguna intención oculta para sacar algún provecho o tan solo transmite lo que ella ha vivido desde su experiencia personal. En caso de ser lo segundo, creo que como activista feminista y persona en situación de privilegio, debería aclarar que aunque ella haya tenido la enorme suerte de no haberlo vivido, efectivamente, existe y hay muchas mujeres en situación de explotación dentro del porno. Eso es compromiso y honestidad. Por la misma razón pienso que no debería salir en un vídeo patrocinado por una empresa como Apricots o para un evento como el Salón Erótico y de hacerlo, debería explicarlo y contar por qué como feminista respalda ese evento. Imagino que formar parte de la industria pornografía (un bastión patriarcal) y ser feminsita no debe ser nada fácil, y por eso entiendo también que los discursos no son siempre lo sólidos que nos gustaría que fueran. Muchas mujeres y feministas pensarán (seguro) que siendo feminista no deberías dedicarte al porno. Como periodista yo me he llegado a plantear en ocasiones si puedes ser feminista y escribir en una revista femenina. Aún así, y a pesar de las incongruencias, me parece positivo que haya feministas dentro de esos bastiones patriarcales porque es una forma de colarnos en las grietas para introducir cambios, aunque sean lentos. Y me parece muy positivo que las feministas critiquemos y debatamos sobre las cuestiones que no nos cuadran o que nos chirrían.
De nuevo, muchas gracias por tu comentario 😉
Enhorabuena, muy interesante. Personalmente creo que el anuncio habrá hecho pensar a más de uno y si con eso alguien ha abierto un poco los ojos, ya me daría por satisfecho.