Ansiedad

Ya está otra vez. A veces sabes cuando viene, otras no. Es juguetona y se le da de maravilla. Le encanta aparecer por sorpresa, cuando andas despistada, ella aguarda, escondida tras una cortina, esperando el momento, se asegura de que creas que no está. Tú no eres tonta, has buscado previamente en todas las habitaciones, en todos los recovecos para quedarte tranquila, sabes cuál es su estrategia y te esfuerzas por encontrarla, pero ¡ay!, ella es lista, y sabe esconderse, sabe hacerte creer que se ha marchado y entonces, cuando no lo esperas, ¡pum!, salta sobre ti.

+ Ya está otra vez, ese dolor insoportable.

– Joder, ¿qué te duele?

+ Y qué se yo, el alma, las entrañas. No se ve, pero vaya si duele.

Otra vez el nudo, la angustia, el miedo. Cuando llega todo da miedo, todo se vuelve hostil, oscuro, como la segunda dimensión esa de «Stranger Things», donde habitan los monstruos. Así es, cuando ella llega te rapta y te deja en un lugar oscuro, húmedo. Todo lo que te hace feliz deja de tener importancia. Todo parece amenazador. Lo bueno parece consumirse en un sinfín de situaciones hipotéticas irracionales y sin sentido, pero ¡ay!, tú lo ves claro, en ese momento tú lo ves tan claro…

– Vaya… qué mierda. ¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor? ¿Te traigo algo de beber? ¿Te dejo a solas? ¿Salimos por ahí?

+ Quédate ahí, a mi lado. En silencio. O habla. Mejor habla. Cuéntame cualquier cosa, lo que sea.

Una vez leí que Munch pintó su famoso cuadro de “El Grito” después de verla, consumido por ella, desde aquella fría, oscura y húmeda dimensión. Nunca había admirado esa pintura en particular, pero ahora me encanta. Expresa a la perfección el horror que sientes cuando ella está delante, cuando ha conseguido romper tus barreras y se siente grande, poderosa, y se sienta a tu lado, y te mira sonriente. Ha ganado. Cree que ha ganado.

-… y entonces salimos del bar y estaba allí, delante, había estado toda la noche esperándonos y ni nos habíamos dado cuenta. Le dijimos que podíamos llevarle a casa con el coche pero…

+ La vida a veces tiene tan poco sentido, ¿no? ¿Llegaré a ser algo en la vida? ¿Y si no me dan el trabajo? Cómo me lo van a dar… no lo conseguiré, jamás, soy inútil. ¿Y si no quiere verme más? ¿Cómo va a querer estar con alguien como yo? Se cansará de mí y acabaré sola y hundida y con gatos. ¿Y si mañana me encuentro peor? Total, para qué tanto sufrimiento si esta maldita vida se va a acabar, si no somos nada, somos seres pequeños, frágiles, una mota de polvo en medio de la inmesidad de un universo del que ni siquiera conocemos una ínfima parte. Todo son teorías absurdas, ¿Dios? No tiene sentido. Nada en esta maldita vida tiene sentido. Nos pasamos la vida preocupados por nimiedades, sufriendo, haciendo que otros sufran, nos da igual que nuestra chaqueta esté hecha en una fábrica de Bangladesh con tal de que nos salga barata y cuando nos encontramos con alguien que decide no comprarla por respeto a sus principios, le criticamos y le llamamos exagerado. Este mundo no tiene sentido. Mi vida no tiene ningún sentido. Nunca llegaré a nada, podría morirme ahora, ahora mismo, QUÉ MAS DA. QUÉ IMPORTA.

+ Ven aquí.

-¿Qué?

+ Deja que te abrace.

-Sí, por favor.

+ Sabes, eres tremendamente fuerte.

-Gracias, a veces lo olvido.

Ella es dura, su fortaleza reside en que te conoce a la perfección porque vive dentro de ti y, por lo tanto, conoce cuáles son tus miedos. Creo que cuando tienes una gran amistad o una pareja discutir es sano, mandarse a la mierda es sano, el peligro reside en que esa persona sabe mucho de ti y sabe cuáles son tus puntos débiles y tú sabes cuáles son los suyos. Una pareja empieza a perderse cuando hace uso de esos puntos para hacerse daño. Por eso ella sabe hacerte daño, conoce tus puntos y los usa en tu contra, magnifica tus miedos y tu inseguridad y te hace sentir pequeña. Menos mal que todavía existen las buenas conversaciones y los buenos abrazos, esos que saben calmar por un ratito el alma.

Mujer vampiro
Munch

La ansiedad y deprensión también tienen sesgo de género. Según la última Encuesta Nacional de Salud de España, las mujeres declaran tener más problemas de ansiedad y depresión que los hombres en todos los rangos de edad. Aunque varios estudios relacionan estos resultados con factores biólogicos, también se tienen en cuenta factores sociales y culturales, como la desigualdad estructural que sufrimos las mujeres.

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