¿Para quién nos vestimos las mujeres? Respondiendo a Smoda

Se pregunta la revista Smoda para quién vestimos las mujeres. Lo publicaron hace meses pero lo he visto hoy compartido en su perfil de Twitter. «¿Para quién nos vestimos las mujeres?» Respuesta: «Adiós a tratar de agradar a los hombres con la vestimenta. Las mujeres se visten para sí mismas, buscan los elogios de sus amigas y compañeras de trabajo e invierten cada vez más en ropa que les sirva para su entorno laboral».

Añado pregunta: ¿qué vara de medir usamos las mujeres al valorarnos a nosotras y a otras? ¿De verdad nos vestimos para nosotras mismas? Cuando esas amigas y compañeras de trabajo valoran nuestra vestimenta, ¿de dónde provienen sus juicios de valor?

De primero de feminismo es saber que vivimos en un sistema capitalista y patriarcal que cosifica los cuerpos de las mujeres y los convierte en objetos de consumo. En cada anuncio de la tele, en cada revista, por todas partes hay imágenes de mujeres muy con cuerpos muy parecidos, vistiendo ropas muy parecidas, en poses muy parecidas. Todas ellas cortadas por el mismo patrón y ajustándose a un canon de belleza concreto y muy estricto. Un canon de belleza dirigido a las mujeres para enseñarnos a adoptarlo, para enseñarnos cómo debemos ser, vestir, comportarnos; y también a los hombres, para enseñarles qué tipo de mujere les debe gustar, por cuál se van a sentir atraídos, cuál les va a despertar deseo y cuál no.

Esta misma semana me hice otra pregunta a mí misma: ¿me gusto? ¿Me gusto yo tal cual soy o solo me gusto cuándo entro dentro del canon? Y, por lo tanto: ¿me visto realmente para mi o me visto así porque sé que voy a gustar? ¿Cuántas veces he sacado medio armario porque no me sentía cómoda con la ropa que llevaba, no porque la ropa no fuera cómoda, sino porque no me ajustaba al canon? ¿Podemos afirmar entonces que las mujeres nos vestimos para nosotras mismas o nuestras amigas, cuando tanto nuestras amigas como nosotras mismas hemos aprendido a adoptar y promover el canon que ha sido pensando por y para gustar a los hombres?

Problemón.

Las mujeres hemos aprendido a mirarnos con con ojos de hombre, nos leemos desde allí y amamos o detestamos nuestros cuerpos, nuestras grandes o pequeñas tetas, nuestros grandes o pequeños muslos, porque nos juzgamos cómo lo haría un hombre, un hombre que a su vez ha sido educado para juzgarnos de esa forma. Y a su vez nuestras amigas y compañeras de trabajo, primas, hermanas, familiares, todas ellas juzgan sus cuerpos y los de las demás bajo esa misma mirada.

Aún así las feministas defendemos que las mujeres no nos vestimos para los hombres, nos vestimos para nosotras mismas. Porque aunque es difícil salir de la norma, del canon -incluso teniendo conciencia feminista-, el feminismo te dota al menos de la capacidad para analizar y deconstruir de dónde provienen tus gustos y deseos y te ayuda a quererte mejor, a valorarte y hacerte entender que tu odio hacia ti misma ha sido creado y que lo que está mal no es tu cuerpo, sino el sistema.

Y porque, ciertamente, las mujeres no nos vestimos para los hombres. No nos vestimos para ellos de forma consciente, para gustarles o atraerles, no nos ponemos una falda para «provocar» una reacción en los hombres, ni estamos pidiendo nada con nuestros escotes, pero de forma inconsciente nos juzgamos y vestimos de acuerdo a una serie de normas creadas para gustarles a ellos. Por lo tanto, Smoda acierta en parte: no nos vestimos para ellos. Pero falla en el análisis: al decir que nos vestimos para nosotras o para nuestras amigas -como si eso significara que somos libres y hemos alcanzado la meta de lograr amarnos- olvida que todas seguimos al dedillo un mismo canon de belleza. Un canon no pensado para gustarnos y sentirnos cómodas con nosotras mismas, sino para despertar deseo en otros.

Ese es el matiz. Y eso es contra lo que luchamos.