La artista Paula Bonet lleva días recibiendo el ataque de la jauría machista de twitter por este mensaje que publicó en su perfil horas después de conocerse la decisión de la Audiencia de Navarra de poner en libertad a los cinco miembros de «La Manada».
No son solo 5 violadores los que andan sueltos. Estamos rodeadas de ellos. Están en casa, en las aulas, sentados en el autobús, en las cenas de empresa, recitando poemas sobre una tarima. Están en todos los putos sitios.
Por favor, salid todas a las calles. #hermanayotecreo— Paula Bonet (@paulaboneti) 21 de junio de 2018
En España se registran cuatro violaciones diarias, en torno a 1200 cada año según datos del Ministerio del Interior. Eso significa que cada año hay unos 1200 hombres que agreden sexualmente a una mujer. Por simple probabilidad muchas mujeres conviviremos, trabajaremos o nos cruzaremos con uno de esos 1200 hombres sin saberlo.
Lo que dice Bonet en su mensaje no es que todos los hombres sean violadores, pero que, indudablemente y ateniéndonos únicamente a las cifras, estamos rodeadas de muchos más violadores de lo que pueda parecer, y éstos pueden estar en cualquier sitio. Porque contrariamente a lo que se suele pensar, los hombres que violan no suelen hacerlo siguiendo el modelo de violación que impera en nuestro imaginario: un hombre despiadado, a poder ser extranjero, a poder ser borracho o con algún trastorno mental, que asalta a una chica joven en el portal de su casa y la deja muy malherida. Suelen ser hombres corrientes y molientes que ejercen violencia contra las mujeres de su entorno.
Por lo tanto, decir que estamos rodeadas de violadores no implica que todos los hombres sean violadores, pero sí que cualquier ámbito (incluida nuestra casa) es susceptible de albergar violadores. Por ejemplo, si tomamos a los cinco miembros de «La Manada», estaríamos frente a cinco hombres que son hijos de/hermanos de/novios de/amigos de/ con trabajo y compañeros de trabajo y, probablemente, muchas de esas personas jamás pensarían que su hijo/hermano/novio/amigo pueda ser un violador.
Como decía Virgine Despentes: «si estoy rodeada de amigas violadas, lógicamente tengo que estarlo también de amigos violadores».