Lunes – 4/05/20
Despierto con ganas de escribir, pero es uno de esos días en los que realmente no sé qué quiero escribir. Este fin de semana se permitió salir a la calle a pasear o hacer deporte por primera vez y las primeras sensaciones que tengo en esta primer fase o prefase de desescalada es incertidumbre y miedo y una especie de pérdida de control. Es como si estar en cuarentena me dotara de una especie de control sobre mi y mi en torno que ahora temo perder, y es curioso, porque es precisamente ese estado de alarma el que aparentemente nos hace perder el control sobre lo que queremos hacer: no podemos salir cuando nos apetezca, no podemos ver a quien queremos ver, no podemos hacer ninguna de las actividades a las que estábamos acostumbrados y, sin embargo, no dejo de tener esa sensación como de que me arrebatan algo. ¿Quizás la capacidad de decidir qué quiero hacer en cada momento incluso aunque esa capacidad se vea limitada? ¿Puede que vivamos bajo una falsa sensación de independencia y control y estemos en realidad a merced de las demandas del sistema productivo? No lo sé. Ayer estuve a punto de no salir porque había demasiada gente en la calle, la mayoría de la gente cumpliendo con las normas y recomendaciones y un puñadito, muy visible, como lo son siempre los que molestan, no haciéndolo. Al final salí, cuando ya se iba el sol y estuve una hora paseando calle arriba, calle abajo. Me sentó bien. Creo que mi mente funciona mejor con el movimiento, el flujo de pensamientos, quizás por eso se llama flujo, funciona con el movimiento, y caminar me da claridad mental. Por otro lado, la sensación era extraña, había un hombre que hacía mi mismo recorrido corriendo, y algún otro paseante que se cruzaba en vías perpendiculares. Cuando eran pasadas las 10 sentí el pequeño recuerdo del miedo a caminar sola, de noche, por una calle desangelada, pero anoche no tenía miedo. Varios vecinos curiosos miraban por la ventana, una mujer cenaba en una terraza y entonces sentí como si estuviera en el patio del colegio, observada por adultos que velan por que todo funcione como debe hacerlo. Puede que siempre lo estemos, pero ahora, como en el Show de Truman, empecemos a ver el decorado y los focos.