Jueves – 21/05/20
Escucho una entrevista de la alpinista Edurne Pasaban, quien hace diez años se convirtió en la primera mujer en coronar los 14 picos más altos del mundo. En un momento dado la entrevistadora le pregunta qué sintió cuando conquistó su último ochomil, en el momento exacto de alcanzar la cumbre. Pasaban responde que fue «decepcionante», porque llegar a la cumbre no es más que un instante confuso y al instante siguiente ya tienes que pensar en descender. Lo importante, recalca, es haber vivido el ascenso.
Responde parecido cuando la periodista le pregunta qué hubiera ocurrido de no haber sido la primera en conseguirlo, si se hubiera sentido mal consigo misma. Pasaban explica que no le hubiera importado porque su objetivo ya se había cumplido: escalar esa montaña.
Su testimonio me recuerda al poema Camino a Ítaca de Konstantino Kavafis
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre,
Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.
Al final de la entrevista Pasaban dice que en la vida «cada persona tiene que encontrar su ochomil», o como diría Kavafis… su Ítaca.
Más de Una ventana propia para el fin del mundo
