Jueves – 9/07/20
¿Qué día es? Vivo en un permanente, ¿qué día es? Una chica dice en redes sociales que el confinamiento ha trastocado su percepción del tiempo. ¿Qué día es? Me repito mientras doy un sorbo al café con hielo que me tomo después de echarme una siesta de hora y media. Desde que me levanté por la mañana no había reparado en qué día es, o no al menos con plena consciencia. Siento que todos mis ritmos vitales se han trastocado por completo. Es la pandemia, pero no únicamente. La grieta que me salió en el labio a mediados de marzo no se ha ido aún. Durante unas semanas creí que se había marchado definitivamente, pero luego volvió de nuevo. Es la grieta al centro de mi cuerpo que me recuerda que algo ha cambiado, que todo lo ha hecho y mi cuerpo está aún reorganizándose. Siento una ansiedad que es como la garrapata de Marta Sanz y no sé si es la ansiedad de siempre o una nueva. Me despierto de la siesta sintiendo la ligera ansiedad y ante la perspectiva deprimente de tener ansiedad de nuevo me obligo a recordar que la ansiedad siempre estuvo ahí y que, de hecho, ahora tengo menos ansiedad que nunca. Olvidamos el pasado a gran velocidad así que me obligo a recordar, a recordarme. Releo lo que escribía hace un año, dos, tres, definitivamente, ahora tengo menos ansiedad. Sin embargo, sigue ahí la crisis existencial. Creo que la chica de redes sociales también decía eso, que ahora es “más existencialista que nunca”. No sé si puedo ser más existencialista de lo que he sido ya siempre, pero de alguna forma supongo que vivir una pandemia global justifica el sentimiento. Esas palabras “pandemia global”, pensaba en ellas justo antes de quedarme dormida en la siesta, mientras abrazaba un cojín con los brazos y las piernas y el ventilador soplaba en mi nunca. Por un momento he sentido una pizca de incredulidad, ¿una pandemia? ¿Hemos vivido esto realmente? Las chicharras cantan con fuerza mientras escribo estas líneas. Nunca me han gustado las chicharras porque anuncian un calor, una pesadez, que siempre me han resultado angustiantes. Pero es 8 de julio y está justificado el verano, y está justificado el calor. Después de pensar ¿qué día es? pienso ¿qué día quieres que sea? Y me doy cuenta de que no lo sé. No quiero que sea ningún día, no deseo un número exacto. Se me mezcla continuamente el hastío por todo con las ganas de todo. No deseo un día, no deseo nada. Y al mismo tiempo, los deseos todos, y lo deseo todo.
Más de Una ventana propia para el fin del mundo
