«Qué bien no estar enamorada»

«Cómo molaría ser una pareja de periodistas / escaladores / escritores / investigadores / profesores / médicos / panaderos / ingenieros aeroespaciales…» Estamos completamente secuestradas por el mito del amor romántico muy a pesar de todo el trabajo por destruirlo. Cada vez que veo en redes alguna publicación parejil idealizada me acuerdo del artículo de Coral Herrera que dice «¿Crees que vives en un mundo lleno de parejas felices?».

Dice:

«De todas las parejas felices que ves paseando por el parque, unas están en proceso de separación, otras están juntas porque creen que no les queda otro remedio. Unas acaban de discutir a gritos y llantos antes de salir con sus galas de domingo a pasear su ‘felicidad’, otras llevan sin hablarse una semana. Hay un alto porcentaje de personas que se han arrepentido o se arrepienten de haberse juntado a su pareja pero se han resignado. También es probable que un alto número de ellas apenas tenga encuentros sexuales, si acaso algún sabadete al mes y para de contar. Hay parejas que ves en las fiestas tan sonrientes que viven verdaderos infiernos conyugales. Hay muchas parejas que en realidad no son pareja pero siguen conviviendo juntos, bien ‘por los niños’, bien por cuestiones económicas o logísticas. Hay parejas felices abiertas que tienen varias parejas, unas son felices y otras lo pasan fatal, ambos o uno de ellos. Hay también parejas clandestinas que pasean con miedo a ser descubiertas, hay parejas que pasean sin saber que la otra persona junto a la que caminan tiene un amante. Si, hay parejas felices y enamoradas, sobre todo las que están empezando: las vemos radiantes, haciéndose arrumacos, mirándose con deseo, tocándose en todas partes. Pero cuando acaba la borrachera del enamoramiento, muchas veces la cosa no culmina en la construcción de un amor feliz, sino que generalmente se acaba la relación porque no da para más la cosa».

Un día lo hablaba con una amiga escaladora, solemos imaginar qué guay sería vivir en una furgoneta con tu noviete o novieta y pasar el día escalando y la noche fo**ando y mirando las estrellas porque eso es lo que vemos representado en todas las historias sesagadas y dulcificadas que nos ofrecía antes la ficción, y ahora las múltiples ficciones creadas por personas de carne y hueso a través de las pantallas. Y sí, podría ser muy guay, pero también podría ser un maldito infierno, y eso no nos lo cuentan tan a menudo. Ese día concluimos: ¿Y por qué no construir ese plan de vida con una buena amiga? ¿Por qué solo construimos planes de vida con parejas? ¿Por qué tiene que estar todo mediado por el factor sexual?

Hace poco hablaba también de este tema con otra amiga que me decía: «Tía, el otro día me puse súper feliz pensando que no estoy enamorada. Casi me dieron ganas de llorar. Es genial no estar enamorada». Siguió diciendo: «Qué guay no estar inmersa en las dinámicas de las parejas, o de los ligoteos, estar tranquila conmigo misma». En un mundo que idealiza tanto la pareja y el enamoramiento, me pareció brutalísima la idea de sentirse afortunada por no estar enamorada ni anhelarlo, porque los enamoramientos suelen ir de la mano muy habitualmente de dinámicas de poder y juegos de egos que pueden resultar muy destructivos.

Y hay quién dira: «Pero enamorarse puede resultar muy divertido, pero tener pareja es bonito y guay, pero…». Sí. Pero ese discurso y esas imágenes están en, literalmente, todas partes. Sin embargo, la parte opuesta no aparece representada. Internamente seguimos mirando con recelo a las personas que disfrutan de la soltería o dicen «no esperar tener pareja». Pensamos, aunque no lo digamos, que mienten, que en realidad no pueden ser tan felices, a pesar de que los datos digan que un altísimo porcentaje de relaciones de pareja terminan en dramas varios, abusos, maltratos, asesinatos… Hay autoras que señalan que la pareja es el espacio donde, literalmente, las vidas de las mujeres corren más peligro, y mientras tanto seguimos pensando que «eso a nosotras no nos va a pasar» e idealizando la vida en pareja.

Las parejas parecen ser muy felices y de repente un día rompen y no se hablan y nadie sabe qué ha pasado entre medias. Pasa como con las fakenews: aunque se desmientan, la noticia falsa ya ha llegado a mucha gente y la corrección no tiene la misma viralidad.

Enamorarse o estar en pareja puede ser muy bonito, es posible construir amores respetuosos y agradables, relaciones en las que se converse de lo que siente cada uno, se apoyen los proyectos del otro y cada parte tenga sus espacios de individualidad y esparcimiento personal, puede ser divertido y apasionado. Estar en pareja también puede ser todo eso y a ratos no, puede ser aburrido o rutinario, y hay quienes navegarán esos estadios y la relación se renovará y continuará y quienes decidirán poner fin a la relación. Para disfrutar de relaciones sanas, tanto de pareja como de otro tipo, suelen hacer falta muchos pactos, mucha paciencia y muchas conversaciones difíciles. Y, precisamente porque puede resultar muy difícil, enamorarse y estar en pareja también puede ser un desastre y el espacio compartido convertirse en una prisión en la que se cometen abusos.

Para amar y poder ser amado hay que ser consciente de todas la realidades y construir sociedades en las que la vida en pareja sea una opción, no una necesidad emocional e, incluso, material. Y para eso hacen falta nuevos relatos. Desde el poliamor y la ruptura de la monogamia hasta las solterías elegidas y felices. Relatos que, ahora más que nunca, también podemos construir nosotras.

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